Por la Dra. Isabel Pincemin.

Los cuidados paliativos tienen que ver con la vida, la muerte, el sufrimiento, la fragilidad y la vulnerabilidad de los enfermos. Cuidar a una persona con una enfermedad compleja y avanzada requiere por parte del entorno familiar y afectivo una dedicación intensa y actitudes de cuidado y discernimiento. También por parte de los profesionales de la medicina, de la enfermería, la psicología, el trabajo social u otras profesiones que atienden a la persona enferma requiere competencias técnicas.

Pero las competencias técnicas como la realización de un buen diagnóstico o la elección de los tratamientos adecuados no son las únicas competencias necesarias para que las personas enfermas reciban un buen cuidado. Son necesarias también competencias que llamamos “éticas”, es decir aquellas que nos ayudan a hacer realidad los principios éticos tales como el respeto, la justicia, la honestidad, la responsabilidad, la verdad, la integridad, la compasión, la equidad, el compromiso, la transparencia, la libertad, la empatía, la solidaridad, la beneficencia… Para que puedan tomarse decisiones clínicas apropiadas, la ética y el trabajo clínico han de ir de la mano; tendremos que conjugar, por un lado, la ciencia que nos dirá lo que hay que hacer en la mayoría de los casos y por otro, la sabiduría práctica, basada en la prudencia que nos dirá lo que habrá que hacer en esa situación concreta.

Para profundizar en los aspectos éticos relacionados con las ciencias de la vida y con la medicina se desarrolló la Bioética, que nos ayuda a tomar las decisiones más convenientes y a desarrollar las actitudes adecuadas en campos tales como la investigación científica y la atención de la salud y la enfermedad. El gran desarrollo científico y las tecnologías aplicadas a la medicina en el siglo XX impulsaron la necesidad de reflexionar acerca de las nuevas necesidades y conflictos que se presentaban. Aunque la atención sea altamente tecnológica, la bioética se preocupa porque la relación terapéutica se realice de modo cada vez más humanizado reconociendo en primer lugar la dignidad humana del paciente y el respeto por sus derechos y necesidades.