La demencia está aumentando en todo el mundo como consecuencia del envejecimiento de la población, siendo cada vez más frecuente, pero no es parte de un envejecimiento normal saludable. 

Es un proceso neurodegenerativo progresivo e irreversible que cursa con un deterioro de las capacidades cognitivas, verbales y funcionales, alterando la capacidad de la persona para desenvolverse en sus actividades cotidianas. Se produce en el contexto de diversas enfermedades y lesiones que afectan al cerebro, siendo los tipos más frecuentes la Enfermedad de Alzheimer, la demencia vascular, enfermedad de Parkinson, demencia con cuerpos de Lewy y la demencia fronto-temporal. 

¿Cómo repercute en el estado nutricional?

La pérdida de peso es una característica clínica, estando presente en las etapas iniciales de la enfermedad, comenzando incluso antes del diagnóstico y haciéndose más común con su progresión.  

En las primeras etapas de la demencia las personas pueden tener alteraciones del olfato y del gusto, déficit de atención, problemas para comprar, almacenar y preparar alimentos, pueden olvidar si ya han comido y pueden perder la capacidad cognitiva para iniciar o continuar la alimentación. Los hábitos alimentarios pueden cambiar y dar como resultado una disminución en la variedad de alimentos que incorporan a diario, existiendo preferencias por los alimentos dulces en detrimento de los alimentos fuentes de proteínas como lácteos, huevos, carnes, entre otros.  

A medida que avanza la enfermedad, es posible que ya no sepan qué se supone que deben hacer con la comida y/o con los utensilios que se les ponen delante. Surgen también problemas de comportamiento y se pierden las habilidades para comer. 

La agitación y la hiperactividad pueden dificultar las comidas y aumentar las necesidades energéticas. Por otro lado, los efectos sedantes de los fármacos pueden reducir el impulso de comer y por lo tanto la ingesta. 

Finalmente, pueden desarrollar disfagia, que es la dificultad para tragar los alimentos (pueden consultar las Consultas Paliativas anteriores de la Comisión Nutrición). 

¿Cómo podemos ayudar?

Los factores ambientales juegan un papel importante al momento de las comidas, entre ellos el lugar donde se come, acompañantes, sonidos, olores, temperatura ambiente, iluminación, tamaño de las porciones y la presentación de los platos. 

Están descriptas mejoras en el comportamiento e incremento de la ingesta como resultado de la optimización de la iluminación y la presencia de música. Es fundamental evitar distractores como manteles con dibujos o floreros en las mesas. 

El color de la vajilla toma relevancia, dado que el contraste visual mejora la ingesta de alimentos y bebidas. Sin contrastes suficientes, las personas pueden tener dificultades para distinguir el alimento del recipiente, como por ejemplo la leche en una taza de color blanco, lo cual lleva a una reducción en el consumo. Las investigaciones muestran que la vajilla de color rojo o azul mejora la ingestión de alimentos y líquidos.

Hay situaciones en las que es necesario disponer de asistencia en el momento de la ingesta, puede tomar 40 minutos o más cada comida y cuando comen solos puede ser necesario dejar la comida 1 hs o 1 y 1/2 hs. 

Una opción para ayudar a mantener la independencia al comer incluso si la capacidad para utilizar los utensilios ha disminuido, o en los que están constantemente en movimiento, son las comidas que se pueden comer con los dedos (finger food en inglés), que son pequeñas porciones de alimentos que se pueden agarrar con la mano. 

Además, todo tipo de “dietas” que restrinjan alimentos (sal, azúcar, grasas, por citar algunos), que puedan reducir la ingesta y el placer por comer, deben evitarse.  

Una característica para tener en cuenta es que el mayor consumo de energía se produce en el desayuno en las personas con Enfermedad de Alzheimer que presentan dificultades de comportamiento y/o mayor deterioro cognitivo. Esto es consistente con la observación de una mayor confusión o agitación a la tarde o temprano a la noche. A fin de optimizar el estado nutricional, se aconseja en estas condiciones que las comidas en horarios de la mañana sean más concentradas en nutrientes dado que la ingesta es mayor

Las dificultades con la alimentación representan la progresión natural de la enfermedad, por este motivo, es de vital importancia la evaluación y asesoramiento nutricional personalizado desde el momento del diagnóstico. El tratamiento nutricional en pacientes con demencia avanzada debe considerarse en el contexto de los cuidados paliativos, siendo lo realmente importante asegurar la calidad de vida y el bienestar del paciente.

                                                                                            Material elaborado por la Comisión Nutrición | 23 de julio 2021