Feminización del cuidado
Para hablar sobre el rol de la mujer en el cuidado, es importante primero definir ¿qué entendemos por cuidado? El mismo representa una dimensión central del bienestar social que permite atender las necesidades de las personas requirentes del mismo ya sea por su edad o por sus condiciones de salud. Incluye el autocuidado, el cuidado directo de otras personas, la provisión de precondiciones en que se realiza (como la limpieza, la compra y preparación de los alimentos) y la gestión de este (como la coordinación de horarios, traslados, supervisión del trabajo de cuidadores remunerados, entre otros).
Existen circunstancias en la vida donde el cuidado de terceros se vuelve una necesidad, como ocurre cuando hay una enfermedad amenazante para la vida con la pérdida de autonomía que muchas veces eso conlleva. La actividad del cuidado puede ocurrir en forma remunerada o no remunerada basada en lazos familiares o comunitarios.
En las últimas décadas, se fue dando una transformación en el rol que ocupan las mujeres en la sociedad con el aumento de la participación femenina en el mercado laboral. Sin embargo, en el plano de los cuidados no se ha visto una mayor participación masculina. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Es por esto que la alimentación es una forma de cuidado también 2. La alimentación constituye un fenómeno complejo que se encuentra atravesado por múltiples dimensiones como biológica, ecológica-demográfica, tecnológica, económica, social y simbólica. Estas dimensiones son propias de cada individuo y a su vez varían según comunidades, sociedades, dentro de la misma y varían con el tiempo. Si bien la alimentación es una necesidad biológica natural, la elección de los alimentos no se limita únicamente a la incorporación de nutrientes para nutrir el cuerpo por lo que la alimentación no es exclusivamente un hecho biológico.
Cuando hablamos de tareas domésticas vinculadas a la alimentación, las mismas se encuentran distribuidas inequitativamente entre los miembros de las familias, siendo las mujeres quienes asumen estas tareas en su mayoría, evidenciando la persistencia de modelos socioculturales y estereotipos de género.
La alimentación distingue tareas diferentes para hombres y mujeres en el ámbito privado de la unidad familiar. Los hombres suelen ser quienes realizan el trabajo productivo con el fin de proveer los recursos económicos para alimentar a la familia, mientras que el trabajo alimentario propiamente dicho es predominantemente femenino. Este último incluye la adquisición de alimentos, la transformación para su consumo y la organización del acto alimentario familiar en sí.
En un trabajo llevado a cabo en el año 2020 las mujeres fueron las principales responsables de la elección del menú familiar (64,29%), como así también de la compra de alimentos (58,57%), del almacenamiento de los mismos (68,57%), de la cocción de preparaciones (62,86%), y del lavado de la vajilla y utensilios utilizados (52.86%)3.
En lo que respecta a los cuidados paliativos, las tareas vinculadas al cuidado son mucho mayores. En el caso de la alimentación en un paciente con necesidades paliativas, se ve influenciado por los síntomas que pudiese estar experimentando el individuo como disfagia, náuseas, constipación, entre otros, además de la pérdida de comensalidad que ocurre con frecuencia. Al ser mayormente las mujeres quienes se ocupan de las tareas vinculadas con la alimentación, se pueden ver sobrecargadas al tener que adaptar los alimentos a las condiciones y sintomatología que va experimentando el paciente. En ocasiones, la persona que se ocupa de llevar a cabo las tareas domésticas alimentarias, es la misma que ejerce el rol de cuidadora principal de ese paciente.
Esto no solo constituye una problemática en el aumento de riesgo de claudicación familiar cuando quién solo ejerce el rol de cuidado es la figura femenina de la unidad terapéutica, y en la obligatoriedad que socialmente se impone de que dicha figura debe ser quién cuide. Sino que el sistema en el cuál todos estamos inmersos conlleva a la pérdida de rol cuando la persona que enferma es la mujer, y ya no es capaz de cuidar de otros.
Por lo mismo destacamos la importancia como profesionales de la salud de problematizar dicha temática, más aun dentro del acompañamiento del paciente y su entorno significativo que se encuentren recibiendo cuidados paliativos.
Lic. Melisa Maldonado- Lic. Tamara Robles- Lic. Ailén Pérez
Comisión Nutrición de la AAMyCP
Bibliografía
1. Mesa Interministerial De Políticas De Cuidado. Hablemos de cuidados: Nociones básicas hacia una política integral de cuidados con perspectiva de géneros. 2020. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/mesa-interministerial-de-politicas-de-cuidado3.pdf
2. Antún C, Amicone MB, Bitar M. Cuadernillos de formación para Promotoras y Promotores de una alimentación sana, segura y soberana. Módulo 2: La alimentación es cultura. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2022/07/siso_modulo_2_la_alimentacion_es_cultura.pdf
3. Lopez Mato M, Acerbo F, Lema R. Roles de género en la distribución de tareas domésticas vinculadas a la alimentación. Revista de Salud Publica. 2022;27(1):88-103.